lunes, 23 de mayo de 2011

La fantasiosa idea de distribuir el agua en armonía y equitativamente

El sistema de distribución por mitades (50 % para cada país) mediante el modelo de canales gemelos a ambos lados del curso natural del agua, en el punto de colmatación, es una idea soñada por los técnicos de Paraguay y Argentina, más que un hecho realizable.  La experiencia luego de 20 años de funcionamiento (el primer pantalón se construyó en 1991) ha sido que, de acuerdo a los niveles de colmatación de uno u otro canal, el agua se derramó sobre uno de los lados con mayor porcentaje durante la creciente, quedando el ingreso sólo de un lado en época de bajante (mayormente desde Mayo hasta el próximo estío).  La misión de expertos rusos que sugirieron este sistema como viable para contener el proceso de retroceso que mostraba el río en esa época, sostuvo claramente que el sistema no sería efectivo para la distribución equitativa del agua año a año, sino que por períodos beneficiaría a uno u otro lado de la distribución.  El objetivo de “la espina de pescado” como se llamó al modelo en algún momento, pensándose en una sucesión de canales a ambos lados de la zona de colmatación, era detener el retroceso y, como efecto secundario, brindar cierto tipo de distribución del agua.  No había, en la lógica planteada, un lugar para los sistemas biológicos que hacen del Pilcomayo un río con vida, antes que un flujo de líquidos y sólidos en suspensión.

La variabilidad en los caudales que presenta el Pilcomayo, desde valores máximos regulares que rondan en los 2500 a 3000 m3/s en creciente (de manera excepcional más de 5000 m3/s), hasta mínimos regulares año tras año de menos de 6 m3/s, en el período de estiaje; no favorece el diseño de modelos de distribución equitativa anuales.  A su vez, la alternancia irregular del desvío de las aguas, afecta de manera directa a la fauna asociada al río, como vemos en los últimos años con las grandes pérdidas de peces y yacarés en pantanos y ciénagas que terminan secándose antes de la creciente, la mortandad de ganado y las grandes dificultades de acceso al agua y a recursos alimenticios por parte de la población local.  El modelo desarrollado hasta ahora aumenta la vulnerabilidad del sistema ambiental (sociedad-naturaleza) y da pie a situaciones de riesgo difíciles de controlar o mitigar.

Ante las dificultades manifiestas del sistema de canales que parten desde el mismo cauce, desde 1995 se comenzó a pensar en un sistema de distribución del agua mediante un dique interceptor a la altura de San Martín-San Antonio.  La idea ya había sido pensada en 1942, cuando se hicieron los primeros estudios, en la zona de Laguna La Bella (origen del, otrora, Estero Patiño) entre los departamentos Presidente Hayes (Paraguay) y Patiño (Formosa, Argentina).  En el nuevo proyecto, a pesar de las investigaciones sobre transporte de sedimentos, no se contemplaba la potencialmente rápida colmatación del sistema.  El proyecto, tal como estaba diseñado, se descartó después de tres años de estudios y con la licitación ya publicada, pues las crecientes de 1997 a 1998 transformaron totalmente la topografía colmatando los sitios pensados para la ubicación del reservorio desde el cual se distribuiría agua de manera regulada.  La idea se mantuvo y en el año 2000 se volvieron a hacer estudios topográficos preliminares en la zona de Caracol-Agropil (60 kilómetros aguas abajo del primer proyecto).  Diferentes razones fueron demorando la prosecución del diseño.  La colmatación constante de las áreas pensadas como reservorios eran una de las más fuertes trabas con las que se tenía que ver la ingeniería.  El Proyecto de Gestión Integrada y Plan Maestro de la Comisión Trinacional, volvió sobre la idea, contratando expertos para un nuevo análisis, reubicando la obra en la zona de Quebracho (30 kilómetros aguas arriba del proyecto estudiado en el año 2000).  La Dirección Ejecutiva de esta Comisión heredó el proyecto y en el año 2009 licitó su estudio.  En diciembre la empresa presentó una serie de propuestas, de acuerdo a los términos de referencia y una alternativa, evitando el dique interceptor mediante un sistema de distribución mediante espigones que faciliten el flujo del agua hacia zonas bajas de ambos países, desde el área actual de los canales hasta unos kilómetros aguas abajo. 

Todas estas obras, incluyendo el sistema de canales, fueron imaginadas en tierras indígenas, sin consulta previa ni participación en los estudios o discusiones de los intereses indígenas en su ejecución.  De esta manera, de una propuesta técnica, se pasa al plano político, en donde los pueblos indígenas afectados directamente por estos estudios (en el NO del Departamento Ramón Lista, de Formosa) fortalecen una postura de oposición a la ejecución de obras, por no ser consultados y por ver que las ejecutadas hasta el momento sólo han traído aparejadas consecuencias no deseadas por ellos.  Tal es el caso del canal construido en el 2006, que si bien funciona correctamente desde el punto de vista hidráulico, ha significado la pérdida de inmensos bosques usados para la cacería y la recolección de plantas textiles (aspecto clave en la economía familiar); además de haber traído el impacto de las crecientes a pocos kilómetros de los actuales asentamientos, en lugar de alejarlas, como era el planteo hecho oportunamente por estas comunidades.

De esta manera, el sueño de una distribución anual equitativa del agua comienza a tener visos diversos, en donde lo natural, lo técnico y lo político se entrecruzan, dando lugar a niveles de complejidad difíciles de abordar. 

En este contexto Paraguay define una intervención millonaria para lograr el ingreso de agua a su territorio.  De acuerdo al diario Ultima Hora del 6 de Mayo, la Unidad de Auditoría Interna (UDAI) del MOPC dispuso la investigación de los gastos realizados en el mantenimiento del canal y obras hidráulicas del río Pilcomayo.  De acuerdo a los datos publicados, desde el 2009 y hasta fecha el Estado Paraguayo gastó 6.680.000 dólares americanos (2009, 3.713.600 dólares; 2010, 2.185.000 dólares y en lo que va del 2011, 755.700 dólares aproximadamente).  De acuerdo al MOPC, desde 1979 el promedio de los costos de mantenimiento anuales se hallan en el orden de los tres millones de dólares. 

Argentina invirtió en la construcción del Canal Farías (1996) aproximadamente un millón y medio de dólares, estimándose los costos de mantenimiento para un ciclo de tres años, en tres millones y medio más (que no se ejecutaron de la manera prevista).  Los costos de mantenimiento de correderas fluviales y canales, desde el año 2005, también han sido altamente significativos.

Sin dudas, el interés por mantener las aguas dentro del territorio de Paraguay y de Formosa es notorio y no es acertado pensar en que no se realizan las tareas de limpieza necesarias, como en oportunidades se escucha decir a algunos funcionarios.  Es necesario insistir en que la convergencia de aspectos naturales, técnicos, políticos y los requeridos acuerdos internacionales (que llevan su tiempo, y no siempre son acordes a los tiempos de la naturaleza) hacen a la gran dificultad de transformar en realidad el sueño de la distribución equitativa del agua o a la posibilidad de que el sistema ambiental se vea menos afectado en todos sus órdenes.

En la medida en que las obras matan al río, muere la ingeniería que las diseña y da lugar a que se imaginen otras maneras de convivir con el Pilcomayo o con su ausencia.

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