sábado, 25 de septiembre de 2010

El colapso de la pesca y el colapso de los derechos en la Cuenca del Pilcomayo


La actual crisis del Pilcomayo, con su tragedia del agua para Argentina y de la pesca para Bolivia, desenmascara tácitamente otras problemáticas ocultas. Los tres países que comparten el territorio del Pilcomayo se reúnen a debatir sus visiones desde 1995, cuando se conforma la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Pilcomayo. Con el paso de los años, en el 2008, se conforman los Comité de Coordinación de Cuenca, organismos que deben reflejar la participación de la sociedad civil en las decisiones sobre la cuenca.
La muerte del río, la muerte de la pesca (Foto E. Arias)
Sin embargo, algo pasa, porque dos problemas claves para la cuenca baja aún no han sido resueltos adecuadamente: la distribución de las aguas en la cuenca baja inferior (Argentina y Paraguay) y la pesca en la cuenca baja superior (Bolivia y Salta). Ambos se han puesto de manifiesto de manera explosiva en el 2010. Estos problemas de carácter coyuntural, pero crónico, son sólo los síntomas de un mal mayor: la falta de gobernabilidad de la cuenca, a pesar de su organismo de cuenca, y el colapso de los derechos indígenas y los derechos ambientales en el marco de la explotación capitalista de los recursos ocupados tradicionalmente por los pueblos originarios.
 Sólo un hilo de agua entraba a Argentina el 4 de Septiembre del 2010
La falta de gobernabilidad de la cuenca resulta, entre los aspectos más resaltantes, de una compleja convergencia del desconocimiento orgánico (en sentido gramsciano) de la estructura y funcionamiento de la cuenca, de los intereses políticos (en donde el clientelismo descolla y el chauvinismo nacionalista enlutece los bicentenarios tan festejados), de los intereses empresariales (más preocupados por sus ganancias que por la efectividad de sus obras), del encubrimiento de fallas graves en las obras por parte de los mecanismos gubernamentales de control e inspección; de la falta de participación en los procesos de toma de decisiones y control de acciones (falta de convocatoria y falta de convocados), de la falta de entendimiento entre los conceptos y visiones locales y las representaciones de la realidad de los funcionarios públicos (en general muy ajenos y lejanos del territorio), de la falta de integración física entre los actores locales (que se refleja en preocupaciones muy puntuales y acotadas geográficamente).
El colapso entre los derechos indígenas y los derechos ambientales, se encuentra en el marco de la inserción de los pueblos originarios en explotación capitalista de los recursos naturales. No se manifiesta sólo en la problemática de la cuenca; pero la actual crisis de pesca lo pone en el escenario como actor casi unipersonal. Los pueblos indígenas habitantes de la cuenca, especialmente los ribereños, se valieron por siglos de la pesca como sustento físico y fuente de mecanismos culturales de regulación social y ambiental. Desde hace poco más de cuarenta años, la instalación de la pesca comercial en Bolivia y en la costa salteña del Pilcomayo, ha incidido directamente en cambios culturales y ambientales que hacen a la actual crisis. Tradicionalmente, una colección de tabúes regulaban la pesca, en su cantidad y calidad. El río, cual una persona bondadosa, daba a sus habitantes el alimento necesario, pero para ello debían cumplirse reglas y respetarse prohibiciones. La introducción del concepto y práctica de la pesca como medio de producción capitalista (el pescado como mercancía) transformó radicalmente la calidad del arte de pescar y la cantidad pescada. De esta manera, la pesca, de actividad tradicional y culturalmente estructurante, pasa a ser una actividad mercantil, extractiva sin regulación eficaz, que raya con la depredación. El cambio en el significado de la actividad anuló radicalmente los mecanismos tradicionales de control, sin reemplazarlos por otros que sean efectivos o mantengan la eficacia de aquellos. Acá comienzan las preocupaciones ambientales. 

 Niño pescador (foto 1930)

En tanto los pueblos originarios del chaco vivían de lo dado por la naturaleza (en sus diferentes representaciones), si bien no eran “ambientalistas” en sentido moderno, cuidaban de esos recursos para que sus dueños (las diferentes representaciones de la naturaleza) no se enojaran y los abandonaran a su suerte. Esos cuidados estaban regulados por prohibiciones (tabúes) y actividades culturales que reflejaban la idea de una custodia permanente del recurso. En el caso de la pesca, las principales regulaciones tenían que ver con el tratamiento del pescado y el aprovechamiento total del producto, con prescripciones específicas para el manejo de sus vísceras, huesos y otros residuos. Asimismo, prohibiciones vinculadas al estado menstrual o de embarazo de la mujer del pescador y a la salud del pescador mismo, regulaban el ingreso al agua, estableciendo así una “veda” mensual muy cercana a las actuales propuestas de veda semanal en otras regiones de la Cuenca del Plata. La inserción en el mercado laboral capitalista, transformando el cuerpo en mercancía, primero mediante el trabajo en los ingenios azucareros, luego en los obrajes de madera; modificó la actividad pesquera cuando ésta pasó a ser comercial. El pescador deja de ser la persona que se relaciona cara a cara con el dueño del río, para transfigurarse en un operario que maneja redes y barcazas, por un jornal regulado por la cantidad de pescado puesto a la venta. Ya no es posible mantener un rendimiento aceptable de pesca guardando prohibiciones y manteniendo la calidad ambiental tradicional. Estas transformaciones han hecho que hijos y nietos de aquel respetuoso pescador, se transformaran en agentes de depredación de las especies comerciales y en prestamistas a comisión de los sitios de pesca. 

Recuperando las tradiciones de pesca, en un brazo del bañado en La Brea (Foto M. Fernández)  

La afluencia de cientos de pescadores comerciales, ajenos al territorio, a las concesiones pesqueras otorgadas a los pescadores nativos del Pilcomayo afecta de manera determinante al ambiente. No solo por la sobrepesca que se realiza, sino también por las diferentes formas de degradación ambiental que se producen con la presencia de miles de personas en áreas sin condiciones infraestructurales mínimas para contenerlas. Una equívoca interpretación de los derechos indígenas puede llevar a justificar la depredación sin considerar los derechos a un ambiente sano que tienen todos los habitantes de la cuenca. 

Tendencia de la captura de sábalo en Villamontes desde 1980 a 2010, comparado con los derrames anuales

La necesaria regulación ambiental se impone. Sin embargo, el mercado es más fuerte que las tradiciones y que la protección legal del recurso. Converge, de esta manera, la falta de gobernabilidad en la cuenca con la pérdida de los valores tradicionales y el interés de personas y empresas ajenas al territorio, en un perverso juego de echar culpas por la falta de peces cuando merman los cardúmenes, motivado por la necesidad empresarial de venderlos.
Los conocimientos indígenas, la cultura y las prácticas tradicionales han contribuido a la construcción de conceptos relacionados con el desarrollo sostenible y equitativo y a la ordenación adecuada del medio ambiente y los territorios. Pero esta contribución de los pueblos indígenas al diseño de las bases conceptuales para la gestión de la cuenca se pierde en el huracanado avance del capitalismo sobre sus prácticas productivas tradicionales. Lejos de poder determinar libremente las líneas de su desarrollo, han quedado subsumidos a los intereses del modelo socioeconómico que se impone internacionalmente, estructurando sus propios intereses en el marco de los intereses de la sociedad global, en un proceso de asimilación que los aleja de sus valores tradicionales y de la construcción de su identidad diferenciada. El sistema capitalista ha hecho de los pueblos indígenas objeto y sujeto activo del consumismo incremental que caracteriza en la actualidad al mundo globalizado. Sin embargo, es evidente que esto no ha redundado en un mejoramiento de la calidad de vida; sino, por el contrario, es visible la insatisfacción de las necesidades básicas, reflejadas principalmente en una alimentación inadecuada, una pérdida de la salud que caracterizaba a sus antepasados y la insatisfacción permanente por no alcanzar los objetos ofrecidos por el mercado. El ejercicio de los derechos indígenas se concentra, principalmente, en el objetivo de alcanzar el mismo modelo socioeconómico de la sociedad hegemónica, alejándose de las propuestas o representaciones que caracterizaron su diversidad. En este proceso, son los mismos pueblos indígenas, mercantilizando los bienes dados por la naturaleza, quienes violan el derecho a la conservación y protección del ambiente de sus territorios, dejando sin garantías a sus generaciones futuras, pero ocultándolo bajo el discurso de que la naturaleza nunca dejará de darles. El colapso ambiental está implícito en sus propias prácticas modernas de pesca. Sobre esto es necesaria una profunda reflexión con los jóvenes y con quienes lideran la producción pesquera; a fin de que su patrimonio, cultural y ambiental, no quede en manos del mercado y sea objeto de una desintegración total, o se transformen lentamente en sujetos de acusaciones por parte de quienes desean ejercer sus derechos a un ambiente sano.

Reuniones de los Comité de Coordinación de Cuenca


Entre los días 9 y 17 de septiembre del 2010 se realizaron reuniones de los Comité de Coordinación Cuenca de Formosa (Ing. Juárez, 9 de Septiembre), Argentino (Jujuy, 16 de Septiembre) y Trinacional (Villamontes, 17 de Septiembre), en el marco de continuar con la definición de estrategias participativas para la gestión de la cuenca. Los Comité de Coordinación de Cuenca se crearon en el marco de la reestructuración de la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Río Pilcomayo, dando un espacio estructural y funcional a los procesos participativos reclamados por la población local de las diferentes jurisdicciones territoriales de la cuenca. Si bien su origen se arrastra a reuniones de los pueblos indígenas, no estructuradas institucionalmente, desde antes del arranque del Proyecto de Gestión Integrada y Plan Maestro de la Cuenca; su formalización final se da en el año 2008, en donde se constituyen de manera institucional dentro de la estructura de la Comisión Trinacional, como parte del proceso que debe llevar a la conformación de un Plan Maestro de la Cuenca.
De la reunión de Ingeniero Juárez correspondiente al Comité Provincial de Formosa, resulta un extenso documento, a modo de Declaración, en el cual se plantea explícita y claramente la problemática situación causada por la falta de ingreso del agua a Argentina. Se señala el impacto sobre la alimentación, debido a la falta de peces, sobre la salud y el ambiente, debido a la gran sequía y al estado del agua remanente en pozos y madrejones, y sobre la producción ganadera. Así como se resalta la acción del gobierno formoseño en casos de desastre; se señala, a modo de reclamo, que las respuestas muchas veces son tardías e improvisadas. Frente a esto se propone que el Gobierno Nacional intervenga con un Plan Quinquenal que implique obras de guía y control del agua, a partir de estudios y trabajos participativos. También se propone la instalación de un equipo técnico permanente para el estudio y monitoreo formado por miembros de la población local y técnicos. Se resalta que ya existe en la región un equipo de monitoreo local del río. Finalmente se solicita la afectación de fondos específicos para el funcionamiento del Comité de Coordinación de Cuenca Provincial.
Con respecto al último punto, consultando con la secretaría de la Delegación Argentina de la Comisión Trinacional, se informó que ya existe un mecanismo establecido para facilitar el acceso a recursos de funcionamiento del Comité y que el mismo tiene derecho a autoconvocarse cuando lo considere necesario.

Acta del Comité de Coordinación de Cuenca de Formosa, reunido en Ingeniero Juárez
Posteriormente, en Jujuy se reunió el Comité Argentino, que incluye tres delegados que estuvieron presentes en la reunión de Formosa. El Acta del mismo refleja un rico intercambio de informaciones sobre los temas preocupantes en las diferentes zonas del río, desde sus cristalinas aguas en la lejanía de las montañas jujeñas, hasta los bañados de la planicie formoseña, cubiertos de vegetación, lodos y fauna. Finaliza con un breve documento que expresa el requerimiento de una reunión urgente con la Delegación Argentina y la Dirección Ejecutiva para tratar el tema de las obras (Canal pantalón, regulación del caudal, control de sedimentos, mortandad de peces y sequía) y definir un demorado proyecto de construcción de aljibes para paliar la sequía entre las comunidades del Oeste de Formosa (proyecto originado a fines del 2005, y hasta ahora demorado sin claras explicaciones). Asimismo, se plantea que la Comisión Trinacional trate la elaboración de un Plan Quinquenal, como se planteara en Formosa, a fin de atender a la mitigación de los problemas que se presentan anualmente (inundación, sequías, sedimentación, contaminación). También se propone un taller de capacitación para los Monitores, a fin de aunar criterios de trabajo en terreno e intercambiar de manera más rápida y eficaz los informes de monitoreo entre las tres provincias. Finalmente se expresa la disposición de colaborar con la experiencia y conocimientos locales cuando se define la ejecución de obras en las diferentes zonas.
Cabe aclarar en este punto que la actualmente la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación, en su relación con la Comisión del Pilcomayo, está financiando el trabajo de cinco monitores locales (tres en Formosa y dos en Salta), cuatro de los cuales han sido capacitados para la tarea por la organización FUNGIR, la cual mantiene actividades de acompañamiento y seguimiento de las actividades afines, apoyando específicamente en la sistematización de la información recabada mensualmente.
Documento final del Comité de Coordinación de Cuenca Argentino, reunido en Jujuy
Finalmente, el día 17 de Septiembre se reúne en Villamontes (Bolivia) el Comité de Coordinación de Cuenca Trinacional. Durante la reunión se enfatizaron cuestiones institucionales y de funcionamiento tanto del Comité como de la Comisión Trinacional. SE planteó la necesidad de avanzar en la redacción del reglamento de funcionamiento de los Comité en todos sus niveles jurisdiccionales (provincial, nacional y trinacional). Los delegados nacionales fueron presentando uno a uno las problemáticas que preocupan en cada país, resaltándose las siguientes: contaminación, erosión y pérdida de suelos, sedimentación, sequía, interrupción del flujo de las aguas en los cauces, mortandad de peces, interrupción de la migración del sábalo, merma en la calidad de la producción apícola por efecto de la descomposición del agua, falta de agua para consumo humano y animal. Se solicitó explícitamente que la Comisión Trinacional, en el órgano que corresponda, informe si hay algún diagnóstico al respecto y si tiene planes de acción para afrontar cada uno de estos problemas o su integridad. También se solicitó que los organismos oficiales informen debidamente de sus proyectos en la cuenca, ya que muchas veces los miembros del Comité y los pobladores se enteran de una acción cuando las máquinas ya están en la zona de trabajo.
Durante la reunión se hicieron presentes miembros de la población weenhayek de Villamontes, quienes plantearon sus preocupaciones en torno a la falta de peces durante este año, debido a la interrupción del río en la zona de la embocadura del canal de Paraguay. Esta situación llevó a una merma significativa en la actividad pesquera, la cual se interrumpió en Junio, al no subir nuevos cardúmenes. Hubo oportunidad de presentar dos documentos visuales, en donde se refleja la gravedad del problema y la ubicación de los puntos críticos que han provocado la crisis este año. El debate fue acalorado y demostró la necesidad de una mayor interacción cotidiana entre los miembros del Comité de los tres países y con la población local, a fin de mantenerse actualizados acerca de las problemáticas que se presentan. Paraguay señaló que al no tener equipos de monitoreo reconocidos, el mismo Comité, luego de la reunión de Filadelfia en abril pasado, decidió recorrer parte de la cuenca para tomar conocimiento de las problemáticas de los pobladores locales y presentar las tareas desarrolladas por el mismo. Se indicó esto como una metodología a tomar en cuenta para garantizar un proceso más participativo y mayor intercambio entre las diferentes regiones.
De esta última reunión, quedó claro que las visiones del río se hallan divididas. Para Bolivia y Salta (Argentina) la principal problemática está relacionada con la provisión de peces para la pesca comercial y la alimentación cotidiana. Las acciones sobre la cuenca deben garantizar que los cardúmenes puedan subir durante el período natural, entre abril y agosto de cada año, existiendo a su vez continuidad hídrica para que al comenzar las crecientes hacia mediados o fines de octubre, los alevines bajen con ellas hasta zonas de bañados y madrejones conectados de manera permanente, para su crecimiento y posterior subida. Por otra parte, para Formosa (Argentina) y Paraguay el interés está puesto en el agua en sí misma. Debe garantizarse el ingreso de agua a ambos territorios de manera más o menos equivalente, a fin de asegurar el desarrollo de los sistemas de producción ganaderos y agrícolas. La preocupación por la pesca se remite a las necesidades de subsistencia de los pueblos pescadores y a la mitigación del desastre ambiental en torno a la mortandad de peces y otras especies vinculadas al agua (yacarés, aves, carpinchos, etc), que es visto con gran preocupación por los pueblos indígenas, ya que refleja una alteración grave en las relaciones ambientales (paradigma implícito en sus visiones culturales, cuya violación se traduce en la generación si fin de desastres con impacto violento sobre la población). Dar correspondencia a ambas miradas se constituye, posiblemente, en uno de los grandes desafíos para la gestión de la cuenca, y la mirada indígena, en esto, tiene algo que decir.
El día 23 de Septiembre, en el marco de un encuentro de pobladores criollos de Paraguay asentados en la cuenca, el delegado zonal ante el Comité de Coordinación de Cuenca Trinacional expresó claramente su preocupación por la falta de mecanismos explícitos y transparentes para difundir las resoluciones  y debates de estos Comité, logrando mayor participación y comunicación "de ida y vuelta" entre el organismo de cuenca y la población local.

Movilización de pescadores de Salta y Bolivia buscando resolver la discontinuidad del cauce


Desde mediados del mes de Junio las comunidades pescadoras de Salta y de Bolivia han visto afectada su actividad comercial por la disminución abrupta de cardúmenes de sábalo. A principios de Julio, el Sindicato de Pescadores del río Pilcomayo, de Villamontes, dirigió una nota al delegado wichi de Salta, solicitando información acerca de la existencia de estudios, con una tácita referencia a la crítica situación que se comenzaba a vivir. Para mediados de Julio ya prácticamente no se pescaba nada comercializable.  Durante los monitoreos de Mayo y Junio, el equipo de monitores realizó identificaciones de los sitios más críticos, indicando ya la inminente interrupción del curso de agua hacia Argentina.  
 Sunchal.  Área crítica identificada durante el monitoreo del 25 de Mayo,
junto con funcionarios del gobierno de Formosa
(Foto M. Fernández)
En Julio identificaron las “trampas" en donde los peces ya no podían pasar y las pozas en donde comenzaba la mortandad. Se informó a los funcionarios de Formosa y al Facilitador del Comité de Coordinación de Cuenca de dicha provincia, cuyo rol, en este caso, fue el de comunicar a las autoridades y reenviar los informes a la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación. Durante el mismo mes, un grupo de pescadores recorrió el cauce hasta las cercanías de Pampa, en Formosa, encontrando pozas llenas de peces muertos debido a la falta de oxígeno en el agua y al intenso frío. Ya para ese entonces, el curso de agua que ingresa regularmente a Argentina se había interrumpido totalmente, derivándose prácticamente la totalidad por el canal que ingresa a Paraguay. Es menester resaltar que desde el invierno del 2009 se identificó esta zona como altamente crítica para el paso de los peces y en el proceso de colmatación del cauce, comunicándose a las autoridades de cuenca de Formosa.
 Pozas de la muerte, identificadas a fines de Julio, ya sin escurrimiento de agua
(Foto F. Centeno)
  Pescando entre la muerte (Foto F. Centeno)
 (Foto facilitada por Daniel Nieli a la delegación Boliviana en Santa Victoria)
Esta preocupante situación movilizó a la gente pescadora de Salta, quienes fueron convocados a una reunión en Santa Victoria, el día 16 de Septiembre. Se invitó a los representantes del pueblo weenhayek a participar y la Dirección de pesca envió una delegación de técnicos para acompañar a los pescadores. En la reunión se presentó el tema y varios documentos gráficos elaborados por el concejal Pedro Lozano, que sirvieron para ilustrar dramáticamente el cuadro.
Resultado de la reunión fue una convocatoria a dirigirse el día 18 de Septiembre a la zona de pérdida de continuidad del agua (“lugar del desvío” indica el Acta, dando a entender que hay una intencionalidad por detrás del hecho), a fin de realizar obras manuales para reencauzar el río. Se manifiesta falta de información y de conocimiento de las obras realizadas por Argentina y Paraguay aguas abajo y se acuerda solicitar el cese de toda obra en el río condicionando a la consulta popular y evaluación de los proyectos. Asimismo se acuerda solicitar a las tres Cancillerías (Bolivia, Argentina y Paraguay) que evalúen los daños causados y deslinden responsabilidades; entendiendo que el desastre actual es causado por las acciones antrópicas.
Asimismo, la asamblea reunida dirige una carta al Canciller Timerman, para ponerlo en conocimiento de la grave situación y solicitando que realice las diligencias necesarias que aporten respuestas al desastre provocado.
 
Tal como se anunció, el día 18 más de doscientas personas concurrieron a la zona conocida en Paraguay como La Embocadura, en las cercanías de la antigua Santa Teresa, con palas, hachas y machetes para iniciar obras manuales de dragado del cauce abandonado. Al día siguiente se sumaron otras doscientas personas procedentes de Bolivia, reforzando la actividad.
Trabajos manuales de reencauzamiento del agua, por el cauce natural
(Foto facilitada por ASOCIANA)
En primer plano, la obra manual realizada por los pobladores pescadores convocados, en segundo plano,sobre la barranca, las máquinas realizando una canalización sobre la terraza de inundación natural, en tercer plano, con vegetación alta, la línea de barranca abandonada por el agua hace cinco años  (Foto ABC Color-Digital, Asunción)

Paralelamente, la provincia de Formosa ya había emplazado una máquina para comenzar las obras de dragado, desde la barranca. Días después llegó otra máquina. Al tiempo que los pobladores avanzaban con las limpiezas en el mismo cauce, los equipos de Vialidad Provincial hacían lo propio, abriendo un canal que contornea las extensas planicies de inundación (terrazas que va formando el mismo río, al depositar sus sedimentos en la curva).
Canalización terminada sobre la terraza de inundación natural, realizada por la Provincia de Formosa
(Foto ABC Color-Digital, Asunción)
Los pescadores quieren pescar; los ganaderos quieren agua; las empresas, obras; la prensa aprovecha para mover opiniones de acá para allá, poniendo en jaque la capacidad de sus gobiernos. En Bolivia preocupa la caída económica que generó el desecamiento del cauce principal. Para las autoridades paraguayas, estas acciones representan una violación de los acuerdos internacionales. Para la Cancillería argentina, nadie tenía conocimiento de todo esto. Formosa hace silencio. Con caudales inferiores a 10 m3/s, los países de la cuenca inferior miran el hilo de agua ir para un lado o para el otro y desean que la creciente no los tape de lodo … paradojas de querer dividir un territorio tan indómito como su gente.
Mientras tanto, inconsultamente, con protestas explícitas por falta de participación en las políticas y acciones sobre la cuenca, un proyecto de reencauzamiento de aguas en la zona de María Cristina-La Dorada se está estudiando, como iniciativa de la Dirección Ejecutiva de la Comisión Trinacional para cumplimentar obligaciones pendientes con la Unión Europea devenidas del Proyecto de Gestión Integrada y Plan Maestro. Se trata de una licitación pública en el marco de la ejecución de un dique interceptor que divida las aguas en forma equivalente a ambos lados (proyecto heredado de un conocimiento del Pilcomayo y su dinámica de 1995, dos veces frustrado por los cambios topográficos desarrollados por la misma deposición de sedimentos que pretende controlar) y está señalado como uno de los resultados esperados de esta gestión.

Hablemos de Pilcomayo, aquel rebelde caballero del conflicto

El río Pilcomayo posee características muy curiosas, que, si no lo hacen casi único en el mundo, por lo menos lo hacen muy problemático para quienes habitan sus costas. El cristalino arroyo que pasa por las cercanías de La Rinconada, en Jujuy, se transforma en un mar de lodos y vegetación frente a La Rinconada, en Formosa. Cada creciente arrastra no sólo agua, sino altísimos volúmenes de sedimentos que se depositan en la medida en que pierde velocidad en la llanura, rellenando los bajos y su propio cauce. Es un río que se entarquina a sí mismo, cambiando de cauce e inundando grandes llanuras y bosques con períodos aún no muy definidos. En otras palabras, él mismo lleva su propio cambio, sin necesidad de que obras hidráulicas detengan o modifiquen su proceso. Lejos de ser un “río joven” como erróneamente muchas veces se dice, los flujos que descienden de Jujuy y de Bolivia fueron los formadores (junto con otros) de la llanura chaqueña. Sus sedimentos se encuentran desde el sur del Cerro León (Paraguay) hasta pocos kilómetros al Norte de la Ciudad de Formosa, en un abanico aluvial que nace entre Ivibobo y Villamontes (Bolivia). La actual zona de divagación está datada en aproximadamente 3.000 a 5.000 años. La más antigua (al Norte) posee sedimentos superficiales de alrededor de 20.000 años. Lo que es joven no es el río, sino, geológicamente, gran parte de la llanura chaqueña. Es un río que aún en la llanura, posee características de río de montaña: cuando llueve en las serranías crece voluminosamente y cuando cesa el período de lluvias, prácticamente se seca. Durante la creciente arrastra más que agua, lodos. Al perder velocidad por falta de pendiente, éstos se depositan a lo largo del cauce o en las llanuras de inundación, elevando los niveles de fondo hasta hacerlos críticos. Cuando esto ocurre, el lecho por donde circula el agua va quedando más alto que el resto del territorio. De esta forma en la próxima creciente (o dentro del mismo período, en la siguiente avenida de las aguas), las aguas desbordan hacia los terrenos más bajos (que eran altos antes, y muchas veces están cubiertos por extensos bosques) formando una nueva área de anegamiento. El lecho y las planicies de inundación elevadas se transforman rápidamente en extensos campos cubiertos de palo bobo, sauce, totoras y pastos. El incendio en épocas secas es una de las acciones antrópicas que transforman la superficie y la convierten en campos muy arenosos, con pastos o yermas. Los grandes bosques que quedan bajo las aguas mueren, dando lugar a nuevas zonas de anegamiento anual cubiertas de pastos y otra vegetación palustre. Los incendios recurrentes de estas áreas favorecen la formación de planicies de inundación cubiertas de gramíneas, que son aprovechadas por los ganaderos locales.  Pretender controlar este maravilloso proceso formador, es intentar retener en alguna parte de la cuenca entre 60.000 y 150.000 toneladas de suelos por año.
La historia del río y las poblaciones indígenas chaqueñas tiene alrededor de 3.000 años. El recuerdo de “la gran inundación” está personificado en un relato tradicional. Asimismo, la formación del río, desde una gran repositorio (un yuchán gigantesco) forma parte de las tradiciones chaqueñas. “Los antiguos” sabían que el río no era una realidad estática y permanente. Se movían con él; lo buscaban cuando se retiraba; avanzaban sobre lugares más altos cuando comenzaban las crecientes. Su comportamiento estructuraba las relaciones con el territorio. De hecho, los pueblos que vivían con él se reconocían como “la gente del río”, distinguiéndose claramente de la “gente del monte” o la”gente del campo”, y demostrando en esta distinción su conocimiento profundo de la relación pueblo-río.
La historia del río y las poblaciones occidentales, neocolonizadoras del chaco, tiene muchos menos años, mucha menos historia y mucho menos compromiso territorial. Si bien el río es conocido y mencionado desde tiempos coloniales, recién a partir de 1850 comienza una relación más estrecha. Los pueblos indígenas resistieron esta colonización hasta entrado el siglo XX. Las nuevas relaciones de mercado, a través de los ingenios azucareros, el comercio de plumas, cueros, mieles y cera y los obrajes madereros, limaron las asperezas que impedían el avance colonizador occidental (argentino y boliviano al oeste, argentino y paraguayo en la porción más inferior). Para principios del siglo XX el Pilcomayo ya es reconocido en su totalidad, identificándose su curso y sus áreas críticas de inundación. Su definición como límite internacional entre Argentina, Paraguay y luego Bolivia, obligan a su identificación total y a la demarcación de su curso. La arbitraria línea que divide nuestros países, que define nuestra historia moderna y separa pueblos y hermandades en fragmentos irreconciliables, fue, en algún momento del siglo XX, el curso del Pilcomayo.
A pesar de la reciente relación, ya en la década del ´40 fue claro para los investigadores del río su gran capacidad de cambio por entarquinamiento. Es decir, mientras investigaban para definir algunos criterios para el límite en lo que era la zona crítica, se dan cuenta de que el río se tapona a sí mismo con sedimentos traídos desde la cordillera, y esto forma parte de sus características principales. Se propone como solución la construcción de un canal que acelere el paso de las aguas, evitando la colmatación. La curiosa línea recta del límite entre Argentina y Paraguay es la traza del proyectado canal. Las preocupaciones de ambos países durante la guerra mundial y la posguerra olvidaron este proyecto, mientras que el río seguía con su proceso natural de taponarse y tomar otros rumbos. A partir de mediados de la década del ´60 el proceso se acelera y el retroceso del cauce se hace cada vez más notorio. Con las grandes crecientes ocurridas entre 1983 y 1985 el retroceso define la ubicación actual de los bañados y del curso de agua. Sin poco conflicto, en 1991 Argentina y Paraguay definen un área de canalizaciones con la misma lógica que en la década del ´40: acelerar el paso de las aguas para evitar la pérdida del cauce. A diferencia del primer proyecto, éste debía garantizar un reparto equitativo de las aguas, ya que la producción ganadera y agrícola de ambos territorios dependía de ellas y para 1991 había cambiado mucho con respecto a la década del '40. Así nace el “proyecto pantalón”: dos canales idénticos que se abren del último tramo del cauce, formando áreas de drenaje en ambos países. Fina utopía que refleja lo lejos que viven los diseñadores de sueños de la realidad cotidiana del Pilcomayo.
Los dos canales nunca lograron distribuir el agua en forma equitativa,  ni aún pensando en “estadísticas generales” de ingreso de agua por lustros o décadas. En esfuerzos cada vez más costosos, primero funcionó el canal argentino, luego el paraguayo (tras un primer fracaso por errores de diseño); en 1996 se construyó el Canal Farías; pocos años después Paraguay decide construir un “canal que derive desbordes superiores a caudales del río de más de 600 m3/s” aguas arriba del área original de acuerdos, ya sobre las barrancas del río. Este último canal recién logra comenzar a funcionar adecuadamente en junio del 2008, al nivelarse el lecho del río con el suyo, en una combinación estratégica entre naturaleza (colamatación progresiva del lecho del río) y obras (profundización del canal). Argentina nunca trabajó sobre el lecho del río, porque eso no está en los acuerdos internacionales. El Canal Farías (el canal argentino) se encuentra a casi 5.000 metros aguas abajo del emplazamiento del canal que deriva a Paraguay. La Delegación Argentina en la Comisión Trinacional nunca hizo algún comentario o propuso revisar la estrategia para encauzar obras, a pesar de los cambios evidentes en la morfología de la zona. Es lamentable que ante la crisis de agua que se produjo en el 2010, la prensa confunda al público con mensajes falaces tales como “Si las aguas hasta ahora ingresaban mayormente hacia el Paraguay, era porque hacia el lado argentino no se hizo el mantenimiento adecuado al canal correspondiente”, puestos en boca del segundo delegado de Paraguay en la Comisión Trinacional. No es un canal, es el mismo cauce del río que se fue colmatando, y sobre el cual, hasta ahora, no había acuerdos para accionar. En esta pugna de obras y conceptos que nos enlutecen como pobladores del río, nadie ha mencionado aún por dónde pasa el límite internacional. Deuda pendiente que ambas Cancillerías deberían revisar antes de que sus delegados den mensajes oscuros a la prensa.
Si bien Argentina no posee un “campamento” para el mantenimiento del paso de las aguas; existe en forma permanente la presencia del equipo de monitoreo de la cuenca, capacitado por FUNGIR y apoyado por esta entidad y por la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación. Este equipo anunció ya en el mes de Junio del 2010 a las autoridades del agua de Formosa, que la situación era crítica y que este año el cauce se secaría. La decisión sobre las acciones de mantenimiento llegaron tarde, en medio de muchas confusiones y turbulencia social y con muy poca comunicación entre las autoridades provinciales, interesadas en el ingreso del agua, y las nacionales, encargadas de las relaciones internacionales que devienen del hecho de ser un río “limítrofe”.
En este contexto, las obras que hizo Formosa esta semana son críticas, no porque tomen agua del cauce, porque están en el cauce, sino porque las hizo una provincia interviniendo directamente sobre un cuerpo de agua que requiere de acuerdos internacionales (entre naciones, no entre una provincia y una nación) para actuar sobre él. Para Paraguay es una violación de acuerdos binacionales. Si Cancillería Argentina dice no saber nada del asunto, obviamente hay algo que no funciona bien en la Delegación Argentina ante la Comisión Trinacional, pues deberían saber perfectamente cuál es la problemática ya que estas personas fueron designadas por nuestro gobierno para atender explícitamente la cuestión.

Los pobres terminarán pegándose entre sí, de un lado y del otro de la zona de los canales; el pueblo paraguayo, convencido por las arbitrariedades de los dueños de la comunicación escrita de ese país, odiando más a los argentinos; mientras que entre canapés y champagne, las delegaciones de ambas cancillerías miden el problema con los dedos.
Ante esta realidad, tan compleja y cambiante, aparece como la respuesta más adecuada la identificación permanente de criticidades y monitoreo de la evolución del río. Nace de las mismas tradiciones de la gente del río: vivir con el río, ver cuál es su situación cotidiana y a partir de las percepciones que se tienen, definir las acciones a realizar.

martes, 11 de mayo de 2010

Reunión del Comité de Coordinación de Cuenca Trinacional, en Filadelfia

El 29 de Abril pasado, en Filadelfia-Paraguay, volvió a sesionar el Comité de Coordinación Trinacional de la Cuenca Pilcomayo, dos años después de una primera reunión constitutiva.
Participaron en esta oportunidad:
  • Por Argentina: Rubén Vilca, Pepe Villagra, Isaac Palomo, Moisés Fernández, Cristina Armata (ausente). Interlocutor: Rubén Vilca.
  • Por Bolivia: Juan Cruz Carvajal, Edgard Llanos Copa, Teodoro Calizaya Choqueribe, Juan Antonio García Cardozo y Juan Ortiz (ausente). Interlocutor: Edgard Llanos.
  • Por Paraguay: Arturo Niedhammer, Francisco Wiens, Julio Jaimes, Gonzalo Osorio e Irma Penner. Interlocutora: Irma Penner
La Delegación Boliviana ha sido enteramente renovada.

El Comité, reconocido por los tres Estados como instancia de participación en la gestión de la cuenca, responde a una reivindicación de los pueblos indígenas y criollo de incidir técnica y políticamente en las decisiones que atañen el río, al igual que otros sectores económicamente más poderosos. En ese sentido, se dio cumplimiento a esta reivindicación de larga data, ni bien sólo a medias, pues quedan no resueltos dos aspectos primordiales: a) los miembros del Comité tienen la potestad de opinar y sugerir, pero no de votar o codecidir; b) el financiamiento del Comité (reuniones y otras actividades) depende hasta la fecha de los fondos de la Unión Europea, a concluir en Agosto del 2010; sin tenerse previsto un presupuesto propio que le permita convocar a reuniones de manera independiente de las convocatorias hechas por parte del Consejo de Delegados.

Siendo los miembros todos representantes de distintos sectores de la sociedad civil, la razón de sus reuniones consiste en analizar conjuntamente las problemáticas en las diferentes secciones de la cuenca (baja y alta), y proponer, desde una visión regional transfronteriza, estrategias y soluciones fundamentadas precisamente en la convivencia con el río y la experiencia de monitoreo. Sus visiones no siempre coinciden con las decisiones técnicas tomadas por los respectivos gobiernos a través de sus instituciones competentes. Las conclusiones resumidas en un acta son presentadas luego, formalmente, a la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca Pilcomayo, máxima instancia de decisión.

El debate desarrollado en esta última reunión se caracterizó por opiniones confrontadas con respecto a la utilidad y el beneficio de algunas obras para la amplia mayoría de la población o, en cambio, tan sólo para ciertos sectores de ella. Las posiciones encontradas reflejaron, por un lado, criterios de índole más bien técnica y, por el otro, criterios políticos/sectoriales. La delegación boliviana, habiéndose renovada por completo poco antes de la fecha de la reunión, a diferencia de las delegaciones argentina y paraguaya, que siguen siendo las mismas desde su constitución, introdujo nuevos vientos en el Comité. El Comité boliviano se hizo eco de las obras proyectadas por el gobierno boliviano a corto y mediano plazo, que va desde proyectos de riego agropecuario hasta la construcción de represas, obras que -a criterio de los otros miembros- deberían ser analizadas detenidamente en cuanto a los efectos socioambientales que tendrían aguas más abajo. Tal postura boliviana, más bien oficialista, aporta poco al espíritu con el cual fue creado el Comité Trinacional: el de propiciar debates y soluciones transfronterizos, desde una visión de cuenca y para el beneficio de toda la población, independientemente de su condición étnica, nacional o clase social.

La función del Comité es, en primera instancia, manifestar y visibilizar  preocupaciones y sugerencias de los pobladores, que normalmente no son percibidas por las instancias oficiales de gestión de la cuenca. Sin embargo, la tendencia así instaurada en el seno del Comité, de una politización de posturas y propuestas, se constituye en una dificultad no sólo para la búsqueda de consensos, sino por sobre todo para la formulación de propuestas integradoras.

viernes, 26 de febrero de 2010

Alerta en la zona de la costa

Hoy (26/02/2010) a las 3 horas am hubo un pico en Villamontes de 5,64 m (alrededor de 2.065 m3/s) y se mantuvo con 5,16 m hasta las 6 am (no hay otro registro reciente aún).  Desde las 19 hs de ayer el caudal superaba los 1.300 m3/s (altura hidrométrica en Villamontes: 3,54 m).  En Misión La Paz a las 8 horas se registraron 6,07 metros (caudal aproximado de 1.400 m3/s), creciendo.  Se trata de los máximos registros de la temporada, superando en cuatro veces a los registros de las anteriores semanas.

En Misión La Paz se registraron precipitaciones de 172 mm, entre las 22 horas del día 23 y las 8 horas del 24.

 
Localización de las estaciones hidrológicas en la cuenca 
(Mapa de la Dirección Ejecutiva de la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del río Pilcomayo)


El flujo que pasó por Villamontes se estará sintiendo a la altura de Santa Victoria Este (Salta) alrededor del mediodía de hoy .  Posiblemente para el martes 2 de marzo o miércoles esté impactando en la zona de El Potrillo (Formosa) y entre miércoles y jueves en La Rinconada.

Por el estado actual del cauce y de la zona de bañados, debe considerarse como situación de alerta en toda la costa.

jueves, 25 de febrero de 2010

El Potrillo ¿a quién beneficia la desinformación?

Leíamos con asombro, en el diario formoseño La Mañana, la noticia del accidente de la barrera de El Potrillo.  El periodista dice literalmente que  
"Quedó completamente reparada y por ende controlada  la importante filtración sufrida en un sector de las defensas de la localidad de El Potrillo, deterioro producto de los picos de crecidas que experimentó en los últimos días el río Pilcomayo, con volúmenes de agua que arrastraron toneladas de sedimentos y grandes troncos que erosionaron el anillo de protección."

Las palabras en negrita las remarcamos nosotros.  ¿Por qué?  Sencillamente porque el río Pilcomayo, este año, no presentó ningún pico significativo desde el comienzo de las crecientes.  El cuadro que sigue muestra con elocuencia lo que queremos decir.
En el mismo se comparan las crecientes, entre Diciembre y Febrero, de los años 2005 al 2010.  En el 2005 la defensa estaba prácticamente terminada y el agua llegaba a cinco kilómetros de su base.  Desde el 2008 el agua llega a la misma, por el proceso de colmatación de los valles bajos por donde circulaba anteriormente.  En el gráfico vemos con claridad, en línea negra, que hasta el 24 de febrero no hubo picos de crecida que pudieran significar un riesgo, en comparación con los anteriores años.  Lo que no se dice en las noticias es que las obras de canalización que se han hecho en los cuatro últimos años, han ayudado al Pilcomayo a avanzar hacia la barrera.  Tampoco se dice (y en esto posiblemente esté desinformado el periodista) que "las toneladas de sedimentos arrastrados" no erosionaron la barrera, sino que acrecentaron el suelo del lado del bañado, disminuyendo la capacidad de la obra de soportar el peso del agua y su acción humidificadora.  No es lo mismo que el agua humedezca una base de treinta metros a que actúe sobre un coronamiento de ocho, con grietas y cárcavas no reparadas a tiempo.  Si las cosas se tendrían que hacer de otra forma o si esta fue la manera posible, no es un punto a debatir ahora.  Lo importante es que se informe correctamente a la población local que el riesgo de anegamiento es inminente ante la presencia de una elevación de caudales normal, como puede ocurrir en los próximos días; y como sería coherente con una creciente normal del río, que hasta ahora no hubo.


La posibilidad de tomar decisiones a tiempo con respecto a acciones a realizar, sean estas de evacuación o de refuerzo de la infraestructura de defensa, depende en gran medida de que la población tenga la información correcta respecto al comportamiento del agua.  Es necesario reiterar que la creciente, hasta ahora, no ha sido grande ni hubo picos críticos.  Para el poblador de la banda Sur del bañado, entre El Potrillo y El Quebracho, el avance del agua aparece impactante, porque casi la totalidad se recostó sobre ese lado, en parte por el desarrollo de los procesos de acrecentamiento de los suelos y colmatación de los valles de escurrimiento; y en parte por las acciones antrópicas, con la ejecución de canales cada vez más al sur, acercando peligrosamente el agua hacia los sitios poblados y descuidando la presencia del antiguo canal del agua potable, que hoy genera una fuerte correntada hacia el pueblo.  Actualmente, el tramo de la barrera comprendido entre la picada de El Reventado y la picada hecha en el 2008, como camino para iniciar la nueva defensa, ocupa los sitios más bajos de la zona, por donde necesariamente escurrirá toda el agua que venga.  Avanzando hacia El Quebracho, la nueva defensa, cuya construcción fue iniciada este año, también se encuentra rota o no terminada adecuadamente en varias partes, coincidentes con los sitios más bajos por donde se desplaza el agua y poniendo en riesgo a todas las poblaciones que se encuentran aguas abajo, desde El Quebracho hasta La Rinconada.


Hablar de que la ruptura se produjo por los picos de los últimos días es una irresponsabilidad periodística que no entendemos a quién beneficia.  Si la gente cree esto, quedará tranquila pensando que se trata efectivamente de aquellos picos conocidos por la experiencia de años, cuando, en realidad, dichos picos recién estarán por llegar en los próximos días, según los aumentos de caudal registrados esta mañana en Villamontes, Bolivia.


Situaciones similares se pueden repetir, en el futuro, en María Cristina, en donde la defensa no ha tenido mantenimiento desde hace años y la vegetación está socavando sus mismas bases, en tanto que varios canales cruzan por adentro del pueblo; en La Rinconada, en donde el fenómeno de acercamiento del agua y acrecentamiento de los suelos por la deposición de los sedimentos y desarrollo de la vegetación, aumenta el riesgo de rupturas, especialmente en algunos sectores muy arenosos de la defensa; en El Cañón, debido a la precariedad de la obra y al empuje cada vez mayor del agua hacia el sur, por la colmatación con vegetación de las zonas centrales del bañado.

Sin dudas, las estrategias territoriales deben ser pensadas con otros criterios.  La desinformación no nos ayuda en esta tarea colectiva de construir el futuro.

martes, 23 de febrero de 2010

Grave riesgo de inundación en El Potrillo

En el verano del 2008 los chajá se posaron sobre El Potrillo.  Señal ineluctable de que su destino estaba definido con un desenlace final de anegamiento y abandono.  Los ancianos, que saben de aves y de señales, lo anunciaron.

La creciente del Pilcomayo este año aún no se ha hecho sentir.  A pesar de ello, el sábado 20 de Febrero a las 23 horas se rompió la defensa de la localidad El Potrillo, poniendo en grave riesgo a la población.  Horas después, la defensa que va desde El Silencio hasta El Quebracho se rompió en varias partes, dejando pasar agua por los bajos que conectan con la zona de Quebracho.

El Potrillo es una localidad habitada aproximadamente por dos mil personas.  Se encuentra a  cien kilómetros al Norte de Ingeniero Juárez, polo de desarrollo del Oeste de Formosa.  Tiene una infraestructura propia de un pueblo mediano que brinda servicios a más de diez mil personas en sus alrededores.  Varias escuelas primarias, un Centro de Educación Media modelo para la región, un Hospital, agua potable mediante una perforación profunda y un sistema de potabilización, energía eléctrica, comunicación mediante sistema de telefonía celular, casas, comercios, caminos; es parte de lo que se pone a riesgo con este accidente.  A menos de cinco kilómetros se encuentra Palmar Largo, centro logístico de la explotación petrolera de la región.


      Gráfico de la situación el día 19 de Febrero del 2010.  En rojo y rosados azulados, el agua


Durante el presente período estival el río Pilcomayo hizo muy pocos aportes de agua.  Cada año, para mediados del mes de Febrero, se han visto pasar por lo menos dos oleadas de creciente con caudales en Misión la Paz de por lo menos 1.700 m3/s y caudales medios (mínimos) de alrededor de 700 m3/s.  Durante el estío del 2009-2010 los caudales máximos han sido, hasta hoy, inferiores a los 700 m3/s en tres oportunidades; con una media regular que oscila entre los 300 y 400 m3/s.  Ninguno de los picos habidos a la fecha duraron más que unas pocas hora.

Como para tener una idea más clara de lo que estamos diciendo, cabe hacer referencia a los volúmenes de agua y lodos que pasaron desde el 2003 hasta la fecha, por la estación de aforo de Misión La Paz.  Para la comparación, tomamos el período comprendido entre el 1 de Agosto de cada año hasta el 23 de Febrero del siguiente:

En el 2003 pasaron 3.117 Hm3 (Hectómetros cúbicos)
En el 2004 pasaron 3.969 Hm3
En el 2005 pasaron 4.507 Hm3
En el 2006 pasaron 4.528 Hm3
En el 2007 pasaron 5.657 Hm3
En el 2008 pasaron 5.270 Hm3
En el 2009 pasaron 5.854 Hm3

Es decir, que tomando un período de seis meses cada año, para esta fecha el promedio anual de agua que pasó durante casi toda la década ha sido de 4.700 Hm3.

El paso de agua, en el período 1 de Agosto 2009 al 23 de Febrero del 2010, ha sido de 2.529 Hm3, muy inferior a la mínima y a la media de la década.  Los volúmenes son tan pequeños y los picos tan poco significativos, que prácticamente no hubo derrames en el río y en los canales aguas arriba, desde Msión La Paz hasta Pozo González, con un ingreso mínimo hacia el canal de Paraguay, en La Embocadura, y otro mucho menor en el canal de Surubí-Batería. Por este motivo no puede justificarse el accidente ocurrido por una creciente súbita.  Por el contrario, es un aviso claro de que algo está fallando y es necesario atenderlo antes de que ocurra un desastre.

La defensa de El Potrillo y la nueva obra entre El Silencio y El Quebracho no soportaron el paso de las aguas que, sin violencia y con volúmenes generales reducidos, corrían a su lado.

Esta obra defensiva es una de las más importantes de la cuenca baja.  Diseñada a partir de cálculos de máximos caudales,  prolongada en su extensión y reforzada en sus partes más críticas; se ha mantenido sin problemas con impactos mucho más violentos, como los del 2007 y 2008.  El lento pero continuo proceso natural de transporte de sedimentos y depósito en las zonas bajas, fue elevando el valle de inundación de la zona de El Reventado, a cinco kilómetros de El Potrillo.  Actualmente, lo que eran extensos bajos por donde circulaba el río y su bañado, es una zona sobreelevada, con una pendiente notoria hacia la defensa.  Esta pendiente provoca el desplazamiento de toda el agua por los montes, las picadas de exploración petrolera y el antiguo canal de provisión de agua.  La misma termina recostandose sobre el terraplén de tierra en uno de sus puntos más críticos: una compuerta de hormigón en desuso.

Se trata de una toma de agua para un canal que proveía agua potable al pueblo.  Se utilizaba antes de haber sido diseñada la defensa y dejó de funcionar una vez hecha la perforación profunda, en el año 2005.  En el proyecto se respetó este paso de agua, imaginando un control mediante la compuerta.  La combinación del hormigón con los terraplenes de tierra de la defensa presentaron, desde el principio, fallas graves de estructura, con filtraciones y cárcavas provocadas por las lluvias.  Tanto la población local de Potrillo como miembros del equipo de monitoreo, han advertido a las autoridades pertinentes de estas fallas, algunas de las cuales se corrigieron años atrás.  Sin embargo, en los últimos dos años no se le brindó la atención necesaria, confiándose en la solidez estructural de la obra en su conjunto y en los pocos caudales registrados.

 

  
La compuerta, en una inspección del 2006 (un año después de su construcción).  Se observan grietas y cárcavas a ambos lados del terraplén, debido a las lluvias del verano del 2006 



Estado de la compuerta en una inspección hecha en junio del 2009.  Se observa el nivel del sedimento acumulado en la creciente 2008-2009, el acrecentamiento del nivel del suelo del lado del bañado y la presencia de cárcavas profundas en el sector Sur (donde se rompió el 20 de febrero)

 El avance del proceso de colmatación de las zonas bajas, fue llevando a que, desde el 2008, el agua comenzara a "recostarse" permanentemente sobre la defensa, aún en tiempos de bajante.  El antiguo canal de provisión de agua sirvió como canal derivador del agua del bañado, atendiendo a las nuevas pendientes.  Poco a poco, ya desde el 2009, los niveles de agua sobre la defensa fueron elevándose de manera crítica, dejando menos "revancha" respecto a la coronación de la misma.  La presencia de la obra de hormigón no fue tomada en cuenta para una acción preventiva, a lo que se sumó la fuerza del agua avanzando por el canal y golpeando en la base de la compuerta.  El agua recostada sobre una extensa porción de la defensa humedeció la base y fue aflojando la estructura hasta romper su anclaje en uno de sus costados.

El resultado fue una entrada con violencia de la masa líquida, debido a los desniveles, que avanzó por el canal prácticamente hasta la zona poblada detrás del Centro Educativo de Nivel Medio, y por los bajos hasta pocos metros del asentamiento de la gente de Isla Colón.  Los pobladores criollos que se encontraban ubicados en el "Cruce de La Tigra Norte" tuvieron que abandonar sus casas, corrales y otras mejoras, que quedaron bajo el agua.

Una acción rápida de diferentes organismos del gobierno provincial y Defensa Civil controlaron momentáneamente la situación; pero el aviso ya está hecho: la Defensa ya no soporta, con su estructura actual, una mínima creciente.  Hoy El Potrillo se halla en zona de alto riesgo y es necesario repensar colectivamente las estrategias de ocupación del espacio.  El período de estío aún no ha terminado.  Una nueva construcción del territorio se avecina, este año o el próximo.  De la reflexión sobre los acontecimientos y de la capacidad colectiva de organizarse dependerá que se planifique sin pánico una reubicación o que se espere a tener una situación de emergencia mucho más crítica en las próximas crecientes.