jueves, 4 de junio de 2015

Observaciones al proyecto de dique interceptor en la zona de Agropil

El Director de la Comisión Nacional del Pilcomayo, Ingeniero Daniel Garay, tuvo una reunión con los productores ganaderos criollos de la zona de AGROPIL, el 21 de Mayo pasado.  Les informó de dos proyectos que se ejecutarían próximamente.  El primero se refiere a la canalización de la Cañada Lamadrid Norte, aparentemente por pedido expreso de los ganaderos y estancieros ubicados aguas abajo de la región de Margariños.  El segundo, la construcción de un dique para controlar los sedimentos, que se construiría aprovechando los bajos de la zona de AGROPIL.  Como coronación de lo que para los presentes era una irracionalidad incomprensible, justificó las propuestas con el argumento de que ya no necesitarán tantas tierras para producir "lo poco que tienen" ("las pocas cabras", literalmente), porque van a traer proyectos de desarrollo, con ganadería intensiva y agricultura; todo esto asociado a un proceso en donde el INDERT (institución oficial encargada de las tierras en el Paraguay, muy reconocida por la poca transparencia de sus gestiones) aseguraría la titularidad de sus tierras.

Luego de esta reunión, se nos pidió una opinión respecto a estas propuestas.  Las observaciones que siguen se han realizado para responder a este pedido; en base a investigaciones en la cuenca media argentina, desarrolladas por Mabel Amarilla y Luis María de la Cruz, de manera independiente. El texto que sigue fue redactado por Luis María de la Cruz; siendo de su absoluta responsabilidad.

El Pilcomayo arrastra, en crecientes normales (la de este año fue inferior a lo normal), entre 130 y 160 millones de toneladas de tierra (sedimentos minerales) por año. De estas, entre 120 a 130 millones de toneladas de tierra representan el 90 % del arrastre total; ya que los finos en suspensión no se calculan para los procesos de depósito (datos SSRHN 1967-2003). Los depósitos dejado sin dique (o sea, con los sedimentos corriendo con el agua) en la zona de Potrillo (área de bañado con corredera natural, sin obras de canalización, un poco más arriba que Agropil) oscilaron (observaciones en Argentina, entre el 2000 y el 2005) en promedio entre 0,40 m y 0,60 m por año. El espesor promedio depositado en la zona del río se considera teóricamente en equilibrio (se deposita lo mismo que se arrastra); aunque no es así, sino sólo para el cálculo de corto plazo (la prueba está en que el mismo río se colmata a largo plazo). El espesor de los depósitos en zona de los canales y cañadas es de 0,30 m anual; promedio que debe considerarse en la evolución de los canales; ya que la fuerza de arrastre de fondo de los canales es mucho menor que en el cauce mismo del río. Este depósito anual es lo que se evidencia en las cañadas y correderas, que se colmatan cada tantos años, dependiendo de la combinación de la magnitud de la obra de drenaje y la capacidad de arrastre de fondo que toma el agua en creciente en ese tramo. En el caso de las cañadas naturales, las curvas que se forman por falta de pendiente, juegan en contra de la vida útil de la cañada; ya que al disminuir la velocidad en las curvas, los depósitos se aceleran. Lo mismo pasa cuando se forman curvas en los canales. Entre 2003 y 2010, frente a Potrillo (2003-2005 sin obras de canalización, 2006-2010 con obras de canalización), los perfiles que se hicieron demostraron que hubo una deposición de sedimentos del orden de los 0,35 m por año. O sea, que el suelo se elevó en siete años 2,45 m, habiendo cauce y sin barreras naturales o artificiales. Los resultados son más que evidentes en las transformaciones profundas que se observan a simple vista en la zona.

Junto con el arrastre de sedimentos minerales, se produce el arrastre de vegetación (palo bobos, troncos de sauces y otras maderas que caen de las barrancas). Este arrastre de vegetación produce grandes acumulaciones en las zonas de menor velocidad, incrementando la tendencia al taponamiento de los cauces, correderas, cañadas y áreas bañadas de paso del agua. Si bien no se los considera en los cálculos hidráulicos de sedimentación, son parte de la realidad del Pilcomayo que define sus características cambiantes sobre el territorio y la transformación de cauces en zonas totalmente colmatadas. Constituye uno de los factores primarios de atarquinamiento del río, cañadas y canales. La característica aleatoria del desarrollo de estos materiales no permite incluirlos en los modelos hidráulicos para la previsión del comportamiento del río.

Consideremos, con estos datos, el proyecto del dique interceptor en la zona de Agropil.

Suponiendo que el sistema funciona perfectamente (lo cual hoy ya no es así); debería ingresar el 50% de los volúmenes de agua y sedimentos a Paraguay. Prácticamente todo ese 50 % debería llegar a Agropil, pues debe canalizarse desde la Embocadura hasta ahí en este momento, para que el sistema funcione. Esto significa que el 50 % de los sedimentos transportados se encontrarían frente a una barrera que detiene su paso. Estamos hablando de aproximadamente 60 millones de toneladas. Esto representa entre 25 y 37 millones de metros cúbicos (dependiendo de la densidad media del sedimento que se transporta) por año que quedarán en el dique. El área de deposición de Agropil, si calculamos con el diseño del proyecto de la Comisión y un sector retrocedente hasta Pelícano o Tuscal viejo (puesto la Mora, 17 Km aproximadamente en línea recta, que es más que lo que se suele calcular como efecto de remanso), tenemos una superficie aproximada de un 125 millones de metros cuadrados. Con un muro de seis metros de altura máxima en la coronación (exagerando las posibilidades topográficas de la zona), aguas abajo, disminuyendo hacia aguas arriba según los niveles que de el terreno, y una profundidad natural promedio de 1,5 m ( media que está también exagerada), tendríamos una capacidad de retención hasta su colmatación de 187 millones de metros cúbicos. Esto significa que en cinco años se colmata formando un domo en la cuenca y facilitando el paso para Argentina de los sedimentos y el agua; además de inundar hacia el Norte en Paraguay. Claro que la hidráulica no es una ciencia exacta y el río no es matemáticas. Al empezar a colmatarse la parte baja y frenarse el agua de cada pico de creciente, el resto lo hará aceleradamente en mucho menos tiempo y los desbordes se producirán desde el primer año, principalmente hacia el Sur de la cola de remanso, en donde tiene mejores pendientes. Siguiendo el diseño del terraplén planteado por el MOPC, en el primer año muy probablemente el agua pasará hacia Argentina, inundando totalmente la localidad de Puerto Irigoyen y poniendo a riesgo la localidad de El Quebracho.

Imagen donde se puede apreciar el diseño del dique interceptor de AGROPIL

Con las cifras mencionadas, la idea de movilizar los sedimentos mediante maquinaria a otros sitios para incrementar la vida del dique, cae por su propio peso. No hay presupuesto que soporte tal magnitud de trabajo y en tan poco tiempo, pues para moverlos, hay que esperar que el suelo pueda pisarse con maquinaria; y eso ocurre recién para finales del Invierno o principios de Primavera. Considerando que un volquete medio carga entre 5 a 6 m3 de tierra; se necesitará mover mínimamente alrededor de cuatro millones de volquetes; a fin de remover los sedimentos de un año.

Si paralelamente se canaliza la cañada Lamadrid Norte, un porcentaje del agua y sedimentos derivará por ahí. Gran parte de estos sedimentos van a terminar entre Margariños y Catán o incluso General Díaz, inundando más a los pobladores que ya están sufriendo las consecuencias de la colmatación de la cañada, y abriendo nuevas zonas de inundación, hacia el Norte y Sur. Ya he mostrado cuáles son empíricamente los índices de sedimentación anual promedio para el funcionamiento de estas cañadas.

La derivación por la cañada, le daría una chance a ese dique; digamos, por un año o en el mejor de los casos dos.

En todo esto, es necesario resaltar que hasta ahora se mantienen los bajos de Agropil porque los sedimentos quedan mucho antes, debido a la colmatación de Lamadrid desde San Antonio hasta Solitario y porque antes funcionó la cañada y llevaba el agua con sedimentos hasta Catán (por eso se inundaron todos esos campos, entre Margariños, Catán y más abajo).

Estos son los argumentos por los cuales, desde 1995 que se habla de la construcción de un dique interceptor, no se ha realizado. El primer proyecto debía unir San Martín con San Antonio; fracasó terminando ya el diseño, debido al arrastre de sedimentos d ella creciente de 1998-1999, que modificó absolutamente la topografía de la zona (topografía de diseño). El segundo proyecto debía desarrollarse entre Caracol y Agropil. Tampoco se realizó debido a los cambios permanentes en la topografía por el arrastre y deposición de sedimentos; sin dar lugar ni a los estudios preliminares (sólo los topográficos básicos de la traza). Un tercer proyecto se debía estudiar en la zona de Quebracho-Tuscal, aproximadamente; pero no se llegó si a hacer la topografía básica debido a los cambios topográficos en Paraguay, al ingresar los mayores módulos a este país desde el 2010. Halcrow licitó los estudios y decidió un emplazamiento en la zona de canales. Al modelar se dieron cuenta de que un dique en esa zona colapsaría de inmediato, por lo cual propusieron un sistema de “alerones” paralelos al río y canales, que derivaran el agua de manera más regular. Sin embargo no se avanzó debido a los cambios profundos que cada año el Pilcomayo produce en toda la región de bañados.

Lo más sensato y hasta ahora efectivo, ha sido limpiar los canales y cañadas para el el agua avance y haga su recorrido. Por supuesto que esto significa que los sedimentos avanzarán aguas abajo, en la medida en que los canales avancen aguas abajo. La única forma de lograr agua “limpia” en los sectores medios e inferiores, es dejar que el agua desarrolle su avance por las zonas bajas, depositando los sedimentos y drenando en sitios claves de las nacientes de cañadas inferiores. Esto significa inundar más a los productores de las zonas medias (Mistolar hasta Catán o General Díaz). Los beneficios obtenidos por los productores del sector inferior, deberían traducirse en sistemas de subsidios para los productores del sector medio, atendiendo a las potenciales pérdidas materiales y pérdidas de oportunidad productiva y capitalización.

A estos aspectos críticos, es necesario agregar la opinión y percepción que la población local tiene del proyecto del dique interceptor. A los ojos de los técnicos que han pergeñado la idea de un dique interceptor para el “filtrado” de las aguas con sedimentos, las tierras bañadas y la gran laguna de Agropil, son tierras baldías o inútiles. Esto justifica para ellos, el llenarlas de sedimentos que tardarán años en tornarse en tierras aptas y también el traslado de excedentes de sedimentos a otras áreas naturales bajas. Sin embargo, para los pobladores de la región, esta zona se constituye en una fuente inagotable de forraje en tiempo de sequía; manteniendo incluso algunos niveles de agua en la parte central de la laguna. El manejo cultural de estos campos se presenta como un claro ejemplo de uso pastoril compartido, constituyendo una forma de pastoreo colectivo responsable por parte de los pequeños productores criollos que ocupan la región. Este sistema pastoril pilcomayense (repetido en otras zonas del bañado como estrategia colectiva de los ganaderos criollos) se torna en una importante manifestación de la existencia de una estrategia de mitigación (no la única) para los cambios que se van incrementando en esa zona, debido a las transformaciones naturales del río y sus bañados y a las evidentes variaciones en el clima de la región, en los últimos años. El proyecto es visto, por la población local, como un atentado irracional a sus economías, a su soberanía alimentaria y a sus derechos territoriales tácitamente adquiridos por ser pobladores centenarios de la región.

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